viernes, noviembre 11, 2005

Fenosa en la picota

La lucha por el control de la eléctrica continúa y Florentino Pérez ya acapara el 25%, el máximo permitido antes de que la ley le obligue a presentar una OPA para aumentar su participación, cosa que se dice probable en algunos mentideros.

Desde que empezó este serial algunos analistas han reclamado al empresariado gallego que actúe para mantener la identidad gallega de Fenosa e incluso han solicitado a la clase política que intervenga, invocando con reiteración el ejemplo catalán y La Caixa. Recientemente un cronista económicamente bisojo se quejaba en un digital gallego de cuanto ha crecido Madrid, achacándolo a cierto “nuevo centralismo” sin concretar a que se refería con eso.

¡Qué le vamos a hacer! El localismo pueblerino es el cáncer de esta nuestra España. No deja de alucinarme, en plena época de la globalización, que se reclame la vuelta a la autarquía multiplicada por diecisiete. Que haya gente de fuera dispuesta a meter sus cuartos en nuestra economía es lo mejor que puede pasar. Ellos ya se preocuparán, por el bien de su inversión, de que esas empresas presten buenos servicios para nuestro beneficio. Los que argumentan que es necesario que las decisiones corporativas estén iluminadas por cierto idealismo patriota se olvidan de que la única meta que debe perseguir la empresa es maximizar el beneficio. Esa es su mejor obra social.

El ejemplo de La Caixa es el último que se debe seguir desde la Xunta. La caja catalana es una institución fuertemente politizada, como estamos descubriendo estos días. Recientemente el Financial Times le dedicaba una serie de artículos condenando la limitación de la responsabilidad de sus gestores, la dependencia política de la institución y las estrechas relaciones de sus consejeros con el gobierno socialista. El diario económico adviertía también de la concentración de riesgos de La Caixa al tener unas inversiones de más de 11.000 millones de euros en sólo tres empresas como son Repsol, Telefónica y Gas Natural, cuando tiene una base de capital de sólo 18.000 millones de euros, riesgo que ha de aumentar si triunfa la OPA. Todo esto llevaba al diario a decir que La Caixa es “evidentemente retrógrada” por la combinación de su proyecto expansionista y la limitación de su responsabilidad.

La concentración de las inversiones de La Caixa es una demostración de las intenciones intervencionistas de sus dirigentes, y por ende de la clase política catalana. No es este el modelo a seguir. Dejemos al empresariado en paz, por el bien de todos. De lo único que deben preocuparse los políticos es de generar el ambiente propicio para que los emprendedores desarrollen sus iniciativas empresariales y eso pasa por bajar los impuestos, simplificar las gestiones administrativas y regular lo imprescindible.


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